Hermana Jagathesvari (34 años), Iglesia Manmin de Chennai (India)


Nací y crecí en Sri Lanka. Me separaron de mi hermano, Antony. En 1994, él abandonó Sri Lanka en un bote de refugiados y no volvimos a saber si estaba con vida, o no. Dieciséis años después supimos que él vive en Chennai, al sur de India. Él solía profesar el hinduismo, pero había aceptado al Señor en la India y se había hecho cristiano. Ahora él está casado y asiste a la Iglesia Manmin de Chennai con su familia.

Él dijo que le había pedido con fervor a Dios en oración que le permitiera saber algo de su familia en Sri Lanka. Al final yo fui a Chennai y me reuní con él en julio de 2011. En septiembre del mismo año yo lo acompañé a la Iglesia Manmin de Chennai. Ahí, un mes después conocí a un hombre de la India, y nos casamos.

Las diferencias culturales, la discordia con mi suegra y las peleas de pareja me causaron grandes dificultades. Cuando estaba embarazada el latido del corazón del bebé se detuvo en dos ocasiones. Después de arrepentirme por no haber vivido según la Palabra de Dios y por odiar a los demás, pude superar los momentos críticos y recibir la oración con el pañuelo por parte del Pastor Joseph Han, ministro de la Iglesia Manmin de Chennai (Hechos 19:11-12). Por la gracia de Dios, en julio de 2012 di a luz a mi hijo.

En el 2013, durante mi segundo embarazo, el médico me dijo que tenía un problema con el líquido amniótico. Me dijo que tanto el bebé como yo corríamos peligro. Pero recibí la oración del pañuelo de parte del Pastor Han y otra vez pude dar a luz a un niño saludable.

Cuando yo era niña, mientras vivía en Sri Lanka, había una guerra. Un fragmento de una bala entró en mi cuerpo, y me causó que con frecuencia sufriera escalofríos, fiebre muy alta y temblor en todo mi cuerpo. También padecí de otitis media durante 30 años, por lo que mis oídos supuraban y tenían úlceras.

En noviembre de 2015 recibí la oración con el pañuelo por parte de la Rev. Heesun Lee, Pastora Guía Mundial de Manmin que visitó la Iglesia Manmin de Chennai por su 11.o aniversario. ¡Y experimenté algo asombroso! ¡La supuración de mis oídos se detuvo y los síntomas causados por el fragmento de bala habían desaparecido! ¡Aleluya!

Yo me sentía muy agradecida con Dios y comencé a servir en la iglesia como maestra voluntaria de la Escuela Dominical para niños y en la cafetería de la iglesia. Ahora mi esposo y mis hijos van a la iglesia juntos.

Doy todas las gracias y gloria a Dios quien me guio para aceptar al Señor, experimentar obras poderosas y recibir paz y bendiciones verdaderas.