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| Noticias Manmin   No. 250 | HIT 3172 | DATE 2018-01-14
 
En la gracia y la fortaleza de Dios



Si usted recibe la gracia y la fortaleza de Dios el Todopoderoso, podrá resolver cualquier tipo de problemas, umplir con los deseos de su corazón, ser renovado y entrar en la Nueva Jerusalén, al lugar más glorioso en el cielo. Veamos qué podemos hacer al recibir la gracia de Dios y Su fortaleza.


Podemos estar unidos.

Todos pueden recibir la gracia y la fortaleza de Dios cuando se despojan del pecado y el mal y se santifican según la Palabra de Dios. Luego, pueden estar unidos con el Señor y con los demás.

En 1 Corintios 1:10 leemos: «Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos os pongáis de acuerdo, y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis enteramente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer». Si usted viste la justicia de Jesucristo, no causará divisiones y tendrá el mismo parecer con los demás. Usted va a estar unido con ellos en el cordón de la verdad y el Espíritu Santo.

Por supuesto, podemos tener opiniones diferentes mientras trabajamos en algo, pero no debe causar ninguna división de corazones (Mateo 12:25). Si cada uno de nosotros insiste en que estamos en nuestro derecho y quebrantamos la paz, hará que los corazones se dividan y pueden perturbar el trabajo por el reino de Dios. Así, cuando vuelva a decir su opinión, no debe tratar de convencer a otros a seguirlo, sino que debe tratar de unir todos los corazones de la gente como uno y completar la obra de Dios.

Si recibe la gracia de Dios y la fortaleza, puede alcanzar el corazón que está bien con todo mientras está en la verdad. En el proceso, debe seguir las opiniones de otros, aun cuando sus ideas pueden parecer mejores. No debe obligar a los demás a mostrar la misma clase de fe que usted tiene, aunque tenga más fe que ellos.

Debe servir a los otros, buscar el beneficio de todas las personas y dar gracia a los demás. No debe guardar los malos sentimientos, incluso si los demás le hacen mal a usted. Debe estar unido con todos los individuos en paz, haciendo la obra del Señor. Entonces usted podrá estar unido con el Señor.


Tendremos un sentido de la responsabilidad en la obra del Señor.

Gálatas 6:2 dice: «Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo». Si todos ustedes llevan las cargas de unos y otros y comparten la responsabilidad, la ley de Cristo, por ejemplo, la ley del amor puede darse. Aquí, el amor es un prerrequisito para llevar las cargas de otros y compartir la responsabilidad.

Cuando se trabaja por el Señor, se debe tener un sentido de la responsabilidad en la obra con amor hacia el Señor y los hermanos en Cristo. Sin embargo, algunas personas participan en la obra de nuestro Señor solo cuando sus sugerencias son elegidas, o solo cuando se les conceden derechos especiales. Si no, se quedan un paso atrás como un espectador.

Pero algunos otros ayudan a preparar algunas reuniones y preguntan a la gente a cargo si hay algo en lo que pueden ayudar, aunque no son responsables de las reuniones. Cuando su misión o grupo es reprendido por un determinado trabajo, se sienten avergonzados, aunque no están a cargo. Incluso pueden arrepentirse y ayunar a causa de esto. Aunque no son pastores y no tienen títulos, rezan por las almas con corazones fervorosos y visitan, ayunan y oran por las almas.

Cuando usted recibe gracia y fortaleza, naturalmente va a asumir la responsabilidad por los problemas de las almas como si fueran propios, por su amor al Señor y a las almas. Es tal como el apóstol Pablo confesó en 2 Corintios 11:29: «¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?». Cuando se trabaja pensando que la obra de nuestro Señor es nuestro trabajo y responsabilidad, obtendremos el reconocimiento de Dios, y aun de la gente.


Podemos alcanzar la bondad.

Para estar unidos con los demás y asumir la responsabilidad en la obra del Señor, debemos tener la bondad. Solo con bondad podemos humillarnos y sacrificarnos, buscar los beneficios de los demás y volvernos unidos. Además, podemos asumir la responsabilidad en la obra con nuestro corazón, no por formalidad ni por la fuerza.

Alcanzar la bondad significa que debemos permanecer alertas porque vivimos en estos tiempos finales. La Biblia nos dice que habrá pecados y maldad sin freno en los últimos días. Sin embargo, usted no logrará notar las tinieblas de la generación actual a menos que esté espiritualmente despierto. Es porque la multitud de los pecados, el grado de maldad y la frecuencia de los desastres han hecho que las tinieblas parezcan normales. No podrá comprender las señales del tiempo final tampoco. Cuando el juicio de fuego cayó sobre Sodoma y Gomorra, y cuando el diluvio de Noé sacudió toda la Tierra, las personas no creyeron la advertencia y finalmente cayeron en la destrucción.

En Romanos 13:11-12, leemos: «Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz». En estos tiempos finales, debemos pensar en cada asunto. Debo adquirir más bondad. Debo actuar de acuerdo a la voluntad de Dios. Debemos alcanzar la santificación del corazón de esa manera al recibir la gracia y la fortaleza de parte de Dios.

En 1 Tesalonicenses 5:23, encontramos lo siguiente: «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo». Recordemos este pasaje y completemos la preparación para el encuentro con nuestro Señor orando y alcanzando la bondad en nuestro corazón. De ese modo, vamos a ir a la nueva Jerusalén, la mejor morada celestial (Apocalipsis 16:15; 22:14).


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