1 Corintios 13:4-7 define el amor espiritual con quince características. Una de ella es que el amor no toma en cuenta el mal recibido. En este caso, ‘el mal recibido’, se refiere a los malos pensamientos. Entonces, ¿cuánto amor espiritual usted posee como hijo de Dios? Al ver tres tipos de pensamientos malignos y examinar su vida, por favor deseche toda forma de maldad rápidamente y alcance el amor espiritual hermoso y bueno.


01_¿Alguna vez ha querido que algo salga mal con otra persona?

Cuando ve a alguien que le va mejor en sus estudios que a usted, o que el negocio de alguien está mejor que su negocio, si usted desea que el negocio o el estudio de dicha persona no le vaya tan bien, es un mal pensamiento. Supongamos que un vecino que no se lleva bien con usted se enfrenta a algo desafortunado, y piensa: “¡Bien hecho! ¡Sabía que eso iba a suceder!”, es un mal pensamiento.
Si usted posee amor espiritual en su corazón, jamás tendrá ese tipo de pensamientos malignos. Usted deseará que las personas que aprecia estén siempre sanas y libres de cualquier accidente. Sin embargo, debido a que no tiene amor en su corazón, querrá que algo salga mal con los demás, y se alegrará con la infelicidad de otras personas. Entonces, querrá también conocer las faltas de los demás o sus errores y decírselo al resto de personas.
Supongamos que usted está en una reunión, y alguien allí estaba hablando mal acerca de otra persona. Si usted se interesa en ese tipo de conversaciones, entonces debe examinar su corazón. Esto muestra que tiene el deseo de calumniar y murmurar acerca de las demás personas. Proverbios 17:9 dice: “El que cubre la falta busca amistad; mas el que la divulga, aparta al amigo”.
Aquellos que son buenos y tienen amor en sus corazones, intentan cubrir las faltas de los demás. Además, si tenemos amor espiritual, no seremos celosos ni tendremos envidia cuando las demás personas disfrutan de riquezas, sino que simplemente vamos a querer que disfruten de riquezas y que sean amados por los demás. Bendeciremos con nuestro corazón incluso a aquellas personas que nos hagan mal, como se menciona en Romanos 12:14: “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis”.


02_¿Alguna vez ha juzgado o condenado a otras personas?

Si usted tiene amor espiritual en su corazón, en primer lugar no tendrá ningún tipo de pensamiento negativo. Incluso si escucha algo acerca de otra persona que no es bueno, no juzga ni condena a esa persona a menos que vuelva a comprobar los hechos. Si usted realmente ama a alguien, intentará pensar de esa persona de la mejor manera posible.
No obstante, en la actualidad, encontramos a persona que piensan mal del resto y hablan cosas malas de los demás con mucha facilidad. Esto no solo se da en relaciones personales, sino que también se critica a aquellos que están en posiciones públicas. Ellos ni siquiera intentan ver el panorama completo de lo que realmente ocurrió, y sin embargo propagan rumores sin fundamentos.
Santiago 4:12 nos advierte: “Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” Supongamos que alguien hace algo realmente malo. En esta situación, para una persona que posee amor espiritual, no importa si dicha persona está en lo correcto o está equivocada, simplemente pensará en lo que es realmente de beneficio para esa persona. Simplemente quieren que el alma de esa persona sea amada y prosperada por Dios.
Tal como Proverbios 10:12 dice: “El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”, nosotros deberíamos cubrir las transgresiones de los demás y perdonarles y, más que ellos, ayudar para que puedan arrepentirse. Además, debemos estar dispuestos a enseñar la verdad y tocar el corazón de esa persona para que pueda dirigirse por el buen camino y poder cambiar. Si nosotros no tenemos pensamientos de condenación o juicio a los demás, abrazaremos a todos con amor y seremos felices con las personas que nos encontremos.


03_¿Alguna vez ha tenido pensamientos que van en contra de la voluntad de Dios?

En el mundo, las personas que viven en altos estándares morales y de acuerdo a la conciencia, se dice que son personas bondadosas. No obstante, ni la moralidad ni la conciencia pueden ser las normas absolutas de la bondad. Ambas tienen muchas cosas que van en contra o están completamente opuestas a la Palabra de Dios. Solo la Palabra de Dios puede ser la norma absoluta de bondad. Es debido a que cualquier pensamiento que no está en acuerdo con la Palabra de Dios es un pensamiento de maldad.
Tal como leemos en 1 Juan 3:4: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”, el pecado es quebrantar y actuar en contra de la Ley de Dios. En un sentido amplio, el pecado y la maldad son dos falsedades que están en contra de la verdad que es la Palabra de Dios. Si comparamos estos con un árbol, la maldad es como la raíz que se encuentra en la tierra y no es visible, y el pecado es como las ramas, las hojas y los frutos del árbol. Sin raíces, un árbol no puede tener ramas hojas o frutos. De igual manera, el pecado se realiza debido a la maldad.
Ya que las personas poseen maldad, cometen pecados. Por ejemplo: si usted dice algo malo a aquellas personas que odia, es un atributo de la maldad, es decir, el odio en usted se manifiesta como evidencia del pecado en forma de malas palabras. En este caso, debemos entender que aunque alguien tenga maldad en su corazón, no es definitivo que fuera a cometer pecados.
Si es alguien bien educado que escucha la Palabra de Dios y tiene dominio propio, puede evitar cometer pecado aunque tenga algo de maldad en su corazón. Sin embargo, solo cuando desecha la maldad que está arraigada profundamente en su corazón puede alcanzar la santificación del corazón. Todas las personas tienen maldad que han heredado de sus padres, pero rara vez se dan cuenta a menos que una persona se ponga en una situación extrema lo cual hace que salga y se pueda reconocer exteriormente. Es por esta razón que 1 Tesalonicenses 5:22 nos dice: “Absteneos de toda especie de mal”.
El amor es el cumplimiento de la Ley, por lo tanto, no tener amor es estar en contra de la ley, y es malo y es un pecado (1 Juan 3:23; Romanos 13:10). Por consiguiente, para comprobar si estamos tomando en cuenta los agravios sufridos, podemos pensar en la cantidad de amor que tenemos en nosotros. En la medida que amemos a Dios y a las demás almas, no tomaremos en cuenta el mal recibido.