~ Sae-Hee Park ( Primer año de Secundaria, Iglesia Manmin de Yeosu)

Al acercarse el verano, recuerdo una cosa que ha estado gravada en mi mente. Es el recuerdo de la pesadilla de la dermatitis atópica que alcanzó su cúspide.
He sido atormentada por la dermatitis atópica desde la edad de 5 años, y durante los meses del verano ésta regresaba por un corto tiempo, en las áreas donde se doblan mis extremidades. Regresó en Junio del 2007. Al principio, pensé que desaparecería y traté de soportar pero para Agosto, se regó por alrededor de mis brazos y piernas y hasta mis oídos y mi rostro.
Incapaz de soportar la comezón, me rascaba y me rascaba hasta que veía sangre. Esto seguía siendo insuficiente, a pesar que cuando me levantaba por la mañana, mi almohada y mis sábanas estaban cubiertas de sangre y secreciones. Incluso cuando abría mi boca un poco, la piel al rededor de ella se rompía y no podía hablar apropiadamente. Era insoportablemente doloroso arrancar mi cabello o la ropa que cubría mi cuerpo cubierta de secreciones. Lo peor para mi familia y para aquellos a mi alrededor era el mal olor a causa de la secreciones.
Los doctores me dijeron que mi caso era particularmente severo y que no se podía hacer nada.
‘¡Yo seré sanado y voy a glorificar a Dios!’
Yo prometí ser sanada de la dermatitis atópica de una vez y para siempre. Llevaba con migo el Agua Dulce de Muan (Éxodo 15:25), en todo tiempo y rociaba las heridas siempre que era necesario y esos eran los momentos más refrescantes.
Cuando tenía que alabar como miembro del coro en la Iglesia Manmin de Yeosu o cuando tenía que participar como parte del Grupo de Adoración Amor, rociaba el Agua Dulce de Muan mucho más. Había ocasiones cuando me sentía tan avergonzada al pararme frente a las personas, pero pensando que esos eran los tiempos cuando realmente debía realizar mis obligaciones con más fidelidad, también los soporté.
Después de prepararme con ayuno y oración, fui a Seúl un Viernes 7 de Septiembre del 2007, y recibí la oración del Pastor General. Cuando recibí su oración, empecé a llorar y mi corazón empezó a latir más rápidamente. La vigilia del Viernes a la cual asistí esa noche fue más conmovedora para mí que las veces anteriores. Recordando cómo había estado yendo a la iglesia simplemente como un hábito, cómo había dejado de orar, cómo había renegado, y cómo había estado enamorado de cosas del mundo; me arrepentí de todo eso. Inmediatamente después, las secreciones se detuvieron y la picazón desapareció. No puedo explicarlo adecuadamente con palabras lo maravillada y agradecida que me encontraba por haber experimentado personalmente la manifestación del poder de Dios a través del Pastor General.
El Viernes 5 de Octubre del 2007, cuando recibí la oración del Pastor General por segunda vez, mi corazón estaba tranquilo e incluso gozoso. Costras, las cuales empezaron a formarse dos o tres días después, se cayeron inmediatamente y nueva piel se formó. Finalmente fui sanado de la pesadilla de la dermatitis atópica y también del acné en mi rostro. ¡Aleluya!
Ahora puedo dormir tranquilamente y reír libremente. ¡No puedo explicarles cuan satisfactorio es estar parado frente a los demás sin sentir vergüenza!