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| Noticias Manmin   No. 22 | HIT 10058 | DATE 2008-06-01
 
El poder de Dios me ha liberado de las salas de juego y del desorden de pánico



~ Tae-Seung Yang (Iglesia Manmin de Gwangju)

A la edad de 25 años en el año de 1995, hice una inversión en un negocio de multinivel y perdí miserablemente. Como consecuencia empecé a sufrir de desorden de pánico (una clase de desorden de ansiedad caracterizado por ataques de pánico inesperados que duran minutos o, en raras ocasiones, horas”; www.kmle.com). El cielo se volvió amarillo y yo estaba constantemente corto de respiración, como si mi corazón estuviera siendo succionado hacia adentro. Mi lengua estaba torcida, mis labios secos y sentía como si el flujo de mi sangre se había invertido. El dolor se calmaba después de tomar medicamentos y yo sabía que no podía vivir un solo día sin ellos.
Tenía problemas para socializarme y estaba siempre en poder de la ansiedad. Buscando algo que hacer para mi bien, empecé a coleccionar chatarra. Buscando por las calles y callejones, por un lado y otro, recogí una diversidad de artículos desechados y el ingreso obtenido no era malo en realidad. Un ingreso bastante alto hecho diversión por mi esposa (Young-Sook Bae) y por mí, y buscábamos la chatarra día y noche. Incluso establecimos una tienda de productos de segunda mano y empezamos a ahorrar grandes cantidades de dinero.

Un vida arruinada por las salas de juego; dirigiéndome a un hospital psiquiátrico
Al principio del verano del 2002, un invitado inesperado se atravesó en mi camino. Puse mis pies en una sala de juegos, las cuales eran en ese momento una tendencia popular de esa clase. Siempre me permití el tomar, fumar, apostar y mujerear, y ahora que tenía suficiente dinero, tenía mayores lujos y oportunidades para consentirme en una nueva afición.
Tan pronto como ganaba el dinero, estaba en camino a la sala de juego. Eran muchos más los días que perdía que los que ganaba dinero. Fue entonces que perdí todos mis sentidos.
Empecé a vender los artículos personales de mi esposa sin su consentimiento y quebré la alcancía de mi hijo para jugar el dinero. Presté dinero de todo aquel que estuviera dispuesto a dármelo e incluso hice un préstamo, pero continué perdiendo.
“¿A dónde escondes el dinero? ¡Entrégamelo! ¡Entrégamelo ahora!”
“¿Qué dinero? ¡Realmente no tengo dinero en este momento!”
Cuando perdía dinero, me desahogaba golpeando a mi esposa y regresaba a la sala de juego después de amenazarla con un cuchillo para que me diera más dinero. Los días cuando ganaba algo de dinero, me iba directo a un bar. Perdido en el mundo, no era diferente a una bestia.
Había prometido una y otra vez nunca regresar a la sala de juego pero no podía lograrlo por mi propia voluntad. Cuando la súplica y otros métodos fallaron para convencerme, mi esposa me internó a un hospital psiquiátrico en 6 ocasiones.

Las súplicas de amor producen valor en la vida y transformaciones

En la primavera del 2005, la Diaconisa Boo-Nyuh Kwak me introdujo y me guió a la Iglesia Manmin. Después de escuchar que el poder de Dios y obras de sanidad se manifestaban en ese lugar, la seguí a la Iglesia Manmin de Gwangju. Siempre había estado temeroso del hecho que mi vida era tan dependiente de las drogas que servían para controlar el desorden de pánico.
Incluso después de estar asistiendo a la Iglesia, continuaba tomando y fumando, viviendo una vida completamente irreverente a la Palabra. Prometiendo que sería sanado por fe en muchas ocasiones, suspendía los tratamientos médicos, pero por temor, los reiniciaba de nuevo. Perdí toda la fortaleza y me alejé de la iglesia.
La siguiente vez que visité la Iglesia Manmin de Gwangju fue en Septiembre del 2007, cuando me enteré que la Diaconisa Boo-Nyuh Kwak había estado ayunando entre lágrimas durante un año y medio a favor de mi familia. Durante una Vigilia del día Viernes, “Conferencia sobre el Apocalipsis” estaban en progreso y cuando escuché sobre las calamidades que se presentarán en los últimos tiempos, fui embargado por el miedo, al pensar para mí mismo, ‘si sigo viviendo de esta forma, solamente puedo terminar en el infierno’.
El Pastor General de Manmin Gwangju, Pastor Hyung-Ryul Park y los obreros de la iglesia se comprometieron por un mes para visitarme todos los días en mi casa y orar por mí. Yo recibí fortaleza; deseaba vivir una nueva vida. Empecé a escuchar los mensajes del
Rev. Dr. Jaerock Lee, “El Mensaje de la Cruz”, me inscribí en la Academia Bíblica de Manmin, y me esforcé por conocer a Dios. Muy pronto me encontré a mí mismo poniendo atención cuidadosamente a los mensajes, los cuales se sentían como la miel del panal.
Sin embargo, la verdadera fe, no puede ser obtenida solamente por mi propia voluntad y deseo. Aún mientras escuchaba la Palabra, yo continuaba en amistades con el mundo, continuaba visitando las salas de juego, y no podía dejar de tomar y de fumar. Sabía que no debía hacerlo, pero continuaba regresando a ese lugar. Mi esposa derramaba lágrimas cada ves que me veía hacer esto, especialmente después que parecía que yo me había comprometido para empezar de nuevo.
“¡Cariño, por favor para de hacer eso! Vamos a tratar y a creer en Dios. Yo te amo realmente”.
Sus palabras tocaron mi corazón. Me comprometí una vez más para dejar de fumar y de tomar. Mientras me preparaba para recibir la oración del Pastor General
Rev. Dr. Jaerock Lee, oré a Dios entre lágrimas y con un corazón arrepentido. Cuando recordé cada una de las ocasiones en que había pecado en contra de Él, me sentía muy avergonzado y me arrepentía de todo.


En Diciembre del 2007, vine a Seúl y me presenté ante el Pastor General a corta distancia por primera vez, y no podía hacerme a mí mismo mirarlo directamente a los ojos. Con toda mi mente y con todo mi corazón, recibí la oración del Pastor General. Después de eso, dejé de fumar, de tomar y de ir a las salas de juego.

Bendiciones en una vida “nacida de nuevo”

Era un día cuando el ingreso de la tienda de segunda era alto. Con mi bolsillo lleno de dinero, me pregunté a mí mismo, ‘Mmm, ¿Voy o no a la sala de juegos?”
‘¡No! ¡He recibido incluso la oración del Pastor General! ¡No puedo hacer eso! Tengo que poner un alto a esta situación definitivamente‘.
“Alrededor de las 11 en punto de esa mañana, hubo un incendio en la sala de juego en Geumho-dong, Gwangju. Cuatro personas murieron y 5 más resultaron lastimadas cuando trataban de escapar del fuego saltando por una ventana”.
Casi me paralizo cuando vi las noticias en televisión. El lugar donde se inició el fuego era la sala de juego que yo había frecuentado y el día del incendio fue el día cuando vencí el impulso de ir a ese lugar. Cuando me convencí que todo esto había sucedido no por casualidad sino porque Dios me había protegido, mi fe creció y estaba muy agradecido por Su amor.
“¡Papi! ¡Que agradable es que no huelas a cigarrillo!”
Desde que dejé de fumar y de tomar, mi hijo Dong-Sun, quien en el pasado había estado indeciso incluso con la idea de acercarse a mí, no dudaba en abrazarme. No estando tan preocupada por mí, siempre hay una sonrisa en el rostro de mi esposa. Siempre dice que le gustaría cargarme en su espalda y darme un paseo. ¿Cuán agradada debe estar para decir cosas como esa? Solamente deseo proporcionarle gozo y felicidad a mi familia quienes han sufrido por tanto tiempo y por mi causa.
La primera cosa que hago cuando me levanto por la mañana es orar a Dios con agradecimiento arrodillado. Luego escucho el mensaje grabado de 3 minutos del Pastor General y su oración. La fuente de gozo para mí ha sido recientemente ir a las “vigilias de Oración de Daniel” cada noche con mi esposa y mi hijo. Los Sábados, disfruto y me maravillo por haber recibido una nueva vida, asistiendo a la limpieza del santuario.
El desorden de pánico que sufrí por 13 años desapareció en cierto punto sin que me diera cuenta, y la antropofobia también desapareció completamente. En lugar de evitar a las personas, comparto mis testimonios con muchos y les habló de Dios.
Le doy las gracias y toda la gloria a Dios y me gustaría también expresar mi sincero agradecimiento al Pastor General por haberme guiado a encontrarme con nuestro buen Dios. ¡Aleluya!


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