Para alguien que se gana la vida permaneciendo de pie frente a grandes multitudes, su apariencia e imagen son tan importantes como su habilidad. La Diaconisa Sun-Sook Choi (Vice presidenta, Misión Unida Canaan 2), una presentadora de la Revista Manmin y una instructora de servicio (‘Nosotros podemos’ Consejería), no era la excepción. Entonces, un día, se vio a sí misma en el espejo y se dio cuenta que la mitad izquierda de su cara se había inflamado como si hubiera sufrido una severa quemadura.

En la mañana del Martes 26 de Febrero del 2008, sufrió de una leve fiebre de causa desconocida alrededor de su oído izquierdo y cuello y sufrió el resto del día por la fiebre. Al siguiente día, su piel se había inflamado y estaba roja y para el siguiente día, su inflamada cara se había vuelto rígida y el entumecimiento en su cabeza por causa de la fiebre le provocaba que su visión se atenuara.

“Me di cuenta que algo estaba mal y fui a ver al dermatólogo, quien me diagnosticó con erisipela. Un tipo de infección de la piel causada por el estreptococo, me indicaron que si ésta estaba acompañada por sepsis, el paciente podía incluso morir en poco tiempo. No puedo explicarles cuan impactada me encontraba”.

Como la enfermedad ya había progresado, el doctor recomendó que la Diaconisa Choi fuera admitida en el hospital e iniciara un tratamiento con antibióticos y otros medicamentos, pero ella confió en su fe. La Diaconisa Choi creía que cualquier enfermedad podía ser sanada por el poder de Dios. Aún cuando había sido diagnosticada con nódulos vocales y su propio sustento como instructora estaba amenazado, la Diaconisa Choi recibió la oración del Pastor General Dr. Jaerock Lee y experimentó la sanidad de Dios.

Con un corazón dispuesto a magnificar a Dios por haber recibido Su sanidad a través de la fe, la Diaconisa Choi asistió a la reunión de sanidad durante la segunda parte de la vigilia del Viernes el 29 de Febrero, y allí, con la ayuda del espíritu Santo, pudo descubrirse a sí misma.

“He sido bendecida tan abundantemente. Aunque confesaba que todo eso venía de Dios, también pensaba que parte de ello se debía a mi esfuerzo. También pensaba que podía entregar todo lo que tenía por y para mi familia, pero me di cuenta que en tiempos de dificultad eso no era tan fácil como parecía”.

Al descubrir esa parte de ella, la Diaconisa Choi estaba tan avergonzada delante de Dios que todo lo que podía hacer era entregar su corazón en arrepentimiento. Cuando el Pastor General oró por los enfermos y llamó por nombre las enfermedades, la Diaconisa Choi ya no sintió el calor de la fiebre en su cuerpo, el cual empezó a enfriarse inmediatamente. Ella se convenció de su sanidad.

El Domingo 2 de Marzo, su cara seguía inflamada y no le era fácil abrir sus ojos pero como estaba segura de la sanidad de Dios, estaba tranquila. Después del Servicio del Domingo por la tarde, ella recibió la oración del Pastor General y la inflamación disminuyó notablemente. La siguiente mañana, la inflamación desapareció completamente y la piel endurecida se suavizó y se aclaró pues se había descascarado.

Cuando fue de nuevo al hospital para ser examinada el Jueves 13 de Marzo, ella pudo confirmar que había sido sanada completamente de la erisipela. El médico le dijo que no había forma que hubiera sido sanada naturalmente pero que Dios, como lo ha prometido, “porque yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26) había hecho su obra.

Después de remover la escoria de su corazón, la Diaconisa Choi dice que siente como si ha pasado por un régimen riguroso de dieta espiritual y que su corazón se siente ahora pleno y más lleno de gozo.