El siguiente es un testimonio de una hermana en Cristo. Inmediatamente después de aceptar al Señor Jesucristo y recibir al Espíritu Santo, ella reconoció que la voluntad de Dios para ella se hallaba en el compromiso por la evangelización. Sin embargo, sin saber cómo ir por allí pregonando el Evangelio a otros, un día escuchó la voz del Espíritu Santo diciéndole, “Comparte tus raciones”.
Miró a su alrededor para ver lo que tenía y reconoció que además de su elegante conocimiento de Jesucristo, ella podía tejer delicadamente y hacer dumplings (budín relleno de carne o frutas) nítidamente. Primero estudió la apariencia física de los niños vecinos, y tejió suéteres para ellos, se los entregó a los niños junto con hojas volantes que presentaban el Evangelio. Además les dio dumplings que había preparado con el mayor cuidado.
Luego un día, su vecino le preguntó, “¿No vas a la iglesia? ¿Puedo ir contigo un Domingo?”
“¿Qué? ¿Irás a la iglesia? ¿Estás seguro?”

Esto pudo parecer un acercamiento pasivo pero el camino para salvar las almas empieza siendo bueno y amigable con los vecinos que comparten su ración con los demás.